20.3.07

El búho

Automáticamente pensé que algo estaba fallando. Miré entonces hacia atrás, me asomé a la ventana, volví a atarme los cordones, y nada. El problema debía estar en otro lado, ¿pero dónde? El búho embalsamado seguía viéndome, clavándome a la pared con esos ojos-vacío, y volví a sentir esa sensación. Fue ahí que lo noté: era el búho. Era el abismo que había detrás de su mirada lo que me generaba ese malestar, era su nebuloso interior de estopa y formol. Imaginé entonces las hormigas que lo recorrerían, blancas hormigas ciegas, anquilosadas, pesadas, blindadas. Y me dio terror. Las sentí dentro del búho, escuché el run-run de miles de patas de insecto caminando sobre las resecas paredes muertas del ave, probando la carne con sus poderosísimas mandíbulas, empujando los ojos vidriosos, pugnando por salir al exterior. El pico muerto, negro y pegado, empezaba a estremecerse y las órbitas de los ojos crecían, se modificaban de manera casi imperceptible, pero inexorablemente.
Tomé el búho y lo arrojé por la ventana, rompiendo el vidrio y desparramando hormigas blancas que empezaban a emerger. Sentí una subiendo por mi pierna izquierda pero, al mirar, no vi insecto alguno. Ahora me queda esa sensación.
Automáticamente pensé que algo estaba fallando.

3 comentarios:

Romau dijo...

Qué grande Anónimo, volvió con todo, muy bueno.
Veo que los trucos de Gerund sirvieron.

Abrazote.-

Unknown dijo...

Nunca me gustaron mucho los búhos...
Gran título el del blog
Que andes bien
VaLe

gerund dijo...

las hormigas me provocaron terror, asì nomás te lo digo...