5.4.07

Los últimos días de la bestia

Y estoy harto de ser el hijo: nada bueno puede salir de esto.
No quiero tomar decisiones por los demás (de ser posible, tampoco por mí). No soporto estas tardes, ni las noches, mañanas o mediodías. No quiero ocuparme de cosas que no me interesan ni hablar con gente que no me importa; no quiero atender el teléfono diciendo "Chemisa, buenas tardes" en lugar de "Chemisa, váyase a la puta que lo parió"; no quiero escuchar las historias de Alejandra, la mierda de Carlos o –peor– la prepotencia de la gorda Jazmín. No más nada, yo me bajo.
Me chupan un huevo las facturas y los recibos, las cuentas corrientes y los reclamos de clientes que no saben pronunciar correctamente ni siquiera su nombre. No quiero dar explicaciones, no quiero dar nada más. Lo poco que queda lo venderé, lo reventaré, lo quemaré. El futuro –aún– es nuestro, y nadie va a arrebatárnoslo.